«Alégrate,
llena de gracia, el Señor está contigo».
Hoy la Iglesia hace un alto
en el tiempo cuaresmal para celebrar la solemnidad de la Anunciación del Señor,
para meditar el misterio salvífico de la encarnación, para alegrarse por el
amor de Dios y la entrega de María.
Junto a toda la Iglesia, los
Voluntas Dei se alegran en la festividad de su día patronal. Con distintas connotaciones,
todos los Voluntas Dei del mundo celebramos este día; con la celebración eucarística,
con una comida especial, con un gesto distinto, con una sonrisa en el rostro;
este es el día por excelencia del Voluntas Dei, el día por excelencia de
aquellos que aspiran día a día a SER a la manera de la Virgen de la Anunciación,
y hay que celebrarlo.
Recurrentemente, al meditar
nuestro carisma (aquello que expresa la gracia esencial que nos hace vivir y
motiva nuestra existencia), pensamos en las palabras de María, en su Sí a la
Voluntad del Señor. En una profunda unión con el Señor Jesús y su Madre,
queremos proyectar al mundo el misterio de la Anunciación, de manera sencilla,
a la manera de la sal y la levadura que dan sabor y consistencia, sin advertir
su presencia.
Atreverse a decisiones como
el Sí de María, es aventurarse a decisiones para siempre, pero también a aventurarse
a decisiones cotidianas y sencillas, es a la manera del misterio de la
encarnación revelar la Trinidad, revelar el misterio de amor de Dios en una
realidad determinada.
Al hacer nuestro como
Voluntas Dei el misterio de la anunciación, hacemos nuestro también las
palabras previas del Ángel: “Alégrate
María”.
Nos sentimos alegres, por aquellos sí fundamentales y cotidianos que el Señor
nos invita a dar; nos sentimos alegres pues sabemos que el Señor nos ha escogido
“desde
la eternidad”,y
nos ha llamado a cada uno en particular para hacer su Voluntad; nos sentimos
alegres pues Dios nos ama, y nos sentimos llenos de su amor para transmitirlo
desde lo que somos y tenemos, desde nuestras frágiles vasijas de barro.
Al Ser a la manera de la virgen de la Anunciación, el Voluntas Dei es
en sí mismo alegré, y más aun gozoso, por esa gracia particular que ha recibido
de Dios nuestro Padre. Justamente, el Papa Francisco nos decía, “Siempre donde hay
consagrados, siempre hay alegría”.
Esta alegría como consagrados la llevamos particularmente a una realidad
determinada, y hacemos también que el mundo se alegre con el misterio del Amor
de Dios. Eso hace que el mundo no pierda sabor ni su consistencia, pues el
consagrados secular, debe llevar en sí mismo la alegría del amor de Dios, que
se ha hecho uno entre nosotros.
Que esta fiesta de la
Anunciación, sea especialmente un día de gozo para cada uno de nosotros como
Voluntas Dei, en donde hacemos nuestras las palabras de María. Que nuestro
deseo no sea otro que hacer la Voluntad del Padre, y nuestra vida sea reflejo de
esta alegría santa que viene de Dios.
Felicidades y que Dios les
bendiga. Fraternalmente.
Comisión Nacional de
Formación.
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