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martes, 25 de marzo de 2014

Solemnidad de la Anunciación del Señor; nuestra fiesta patronal

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Hoy la Iglesia hace un alto en el tiempo cuaresmal para celebrar la solemnidad de la Anunciación del Señor, para meditar el misterio salvífico de la encarnación, para alegrarse por el amor de Dios y la entrega de María.

Junto a toda la Iglesia, los Voluntas Dei se alegran en la festividad de su día patronal. Con distintas connotaciones, todos los Voluntas Dei del mundo celebramos este día; con la celebración eucarística, con una comida especial, con un gesto distinto, con una sonrisa en el rostro; este es el día por excelencia del Voluntas Dei, el día por excelencia de aquellos que aspiran día a día a SER a la manera de la Virgen de la Anunciación, y hay que celebrarlo.

Recurrentemente, al meditar nuestro carisma (aquello que expresa la gracia esencial que nos hace vivir y motiva nuestra existencia), pensamos en las palabras de María, en su Sí a la Voluntad del Señor. En una profunda unión con el Señor Jesús y su Madre, queremos proyectar al mundo el misterio de la Anunciación, de manera sencilla, a la manera de la sal y la levadura que dan sabor y consistencia, sin advertir su presencia.

Atreverse a decisiones como el Sí de María, es aventurarse a decisiones para siempre, pero también a aventurarse a decisiones cotidianas y sencillas, es a la manera del misterio de la encarnación revelar la Trinidad, revelar el misterio de amor de Dios en una realidad determinada.

Al hacer nuestro como Voluntas Dei el misterio de la anunciación, hacemos nuestro también las palabras previas del Ángel: Alégrate María. Nos sentimos alegres, por aquellos sí fundamentales y cotidianos que el Señor nos invita a dar; nos sentimos alegres pues sabemos que el Señor nos ha escogido desde la eternidad,y nos ha llamado a cada uno en particular para hacer su Voluntad; nos sentimos alegres pues Dios nos ama, y nos sentimos llenos de su amor para transmitirlo desde lo que somos y tenemos, desde nuestras frágiles vasijas de barro.

Al Ser a la manera de la virgen de la Anunciación, el Voluntas Dei es en sí mismo alegré, y más aun gozoso, por esa gracia particular que ha recibido de Dios nuestro Padre. Justamente, el Papa Francisco nos decía, Siempre donde hay consagrados, siempre hay alegría. Esta alegría como consagrados la llevamos particularmente a una realidad determinada, y hacemos también que el mundo se alegre con el misterio del Amor de Dios. Eso hace que el mundo no pierda sabor ni su consistencia, pues el consagrados secular, debe llevar en sí mismo la alegría del amor de Dios, que se ha hecho uno entre nosotros.

Que esta fiesta de la Anunciación, sea especialmente un día de gozo para cada uno de nosotros como Voluntas Dei, en donde hacemos nuestras las palabras de María. Que nuestro deseo no sea otro que hacer la Voluntad del Padre, y nuestra vida sea reflejo de esta alegría santa que viene de Dios.

Felicidades y que Dios les bendiga. Fraternalmente.
Comisión Nacional de Formación.



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